Hoy les propongo un crucero pensado, hasta el más mínimo
detalle, para aquellos que estén cansados de políticos, rescates, primas,
televisiones, radios y periódicos… A los que estén hartos de tanta realidad les
invito a embarcar en el ‘Antílope’, un velero inglés con – ¡que luego dirán que
no aviso!- cierta inclinación al naufragio.
El barco hace varias escalas La primera en una bonita isla:
Liliput. Deben tener mucho cuidado con donde ponen los pies, no vayan a pisar a
nadie. Los liliputienses miden todos 6 pulgadas , unos 15 centímetros de
alto. Igual que el resto de las cosas. La ciudad más importante es Mildendo.
Fue construida dentro de un cuadrado perfecto de 170 metros de lado y
acoge a casi medio millón de habitantes. Aunque no se encuentra en Oriente, en
el del medio, si no cerca de Australia, Liliput es un lugar en guerra. Desde
años vive enfrentado con sus vecinos de Blefuscu, también del mismo tamaño. Y
todo por cascar un huevo hervido. Mientras que los primeros defienden romperlo
por el lado más angosto, los segundos aseguran lo correcto es elegir el más
ancho. Si les entra hambre, no coman – con un buey no tendrían ni para empezar-
y esperen al siguiente destino… Otro islote, este de nombre impronunciable –lo
verán en los carteles- donde todo es al contrario. Sus paisanos son gigantes y
ustedes, esta vez, se sentirán enanos.
La tercera escala es
Balnibarbi, reino con una capital flotante. Allí, en los cielos, reside el
monarca que continuamente amenaza a los pobres terrestres con hacer caer sobre ellos
el enorme peso de su fortaleza. Hace algunos años, Lindalino, la segunda ciudad
en extensión de Balnibarbi, se reveló contra el soberano e intentó asediar el
satélite utilizando grandes torres imantadas. Como castigo: fueron excluidos de
los siguientes presupuestos. En Lagado pueden visitar la ‘Gran Academia de
Proyectistas’ donde se reúnen sabios de todas las profesiones para poner en
común sus conocimientos. Actualmente llevan a cabo multitud de proyectos para
obtener luz solar de los pepinos, telas de araña ultrarresistentes, convertir
el hielo en pólvora o reducir las palabras del leguaje a un puñado de cosas. He
de decirles que los estudios son razonablemente coronados por el más absoluto
fracaso. Por culpa de su dedicación a lo abstracto, las gentes son despistadas
y tienen la lógica pervertida. Además se distraen con facilidad, tanto que
necesitan criados que, a codazos, les despabilen a cada poco. Tengan cuidado no
les vaya a zarpar el barco…
Si estuvieron atentos y suben a tiempo, bajarán después en
Luggnagg. Aquí descubrirán que el secreto de la eterna juventud no es más que
demencia senil y arrugas para toda la eternidad. De allí irán a otro lugar que,
confieso, soy incapaz de leer y donde viven los héroes de la historia. No les
gustarán, se lo aseguro, son personas despreciables. Finalmente, el barco se
detendrá en una tierra poblada por caballos sabios y humanoides viciosos y
decadentes. No se culpen si desean ser equinos.
Durante la travesía de vuelta, y después de haber visto tanto
y tan extraño, igual lo miran todo de otra manera: deciden echarle un poco de
realidad a la carcajada y –como ya le ocurriera al doctor Lemuel Gulliver-
cambien de vida.
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