viernes, 31 de agosto de 2012

PRÓXIMA PARADA... VILLASIMPLONA


Viajaremos hoy a una cuidad histórica de la que, como en Pompeya, sólo quedan las ruinas. El trayecto es bastante confuso. Algunos dicen que se encuentra en Alemania, en algún lugar de Baviera. Otros, sin embargo, aseguran que es un municipio español semejante a Lepe y que, por tanto, estaría en el sur. Los primeros se refieren a nuestro destino como Schilda, la ciudad de los estúpidos. Los segundos la llaman Villasimplona.

No recomendaré la excursión aquellos que se crean muy listos porque corren serio peligro de caer en la tontería. ‘Dime de qué presumes y te diré de qué careces’ que diría mi abuela. Sólo los tontos podrán disfrutar de unas buenas y agradables vacaciones en Villasimplona.

Hace muchos años un incendio destrozó por completo la ciudad. El cronista local, Jeremías Punto, asegura que todo comenzó con una plaga de ratones. Los villasimplones viendo horrorizados que los animalillos andaban por todas partes malogrando muebles, ropas y cosechas decideron comprar un perro -¿o era un gato? Ya no lo recuerdo-… El caso es que comía ratones y a una velocidad de vértigo, dicen. Los habitantes temieron que se les fuese a comer también a ellos, así que –lógicamente- le prendieron fuego. El gato –ahora creo estar casi segura de que no era un perro- salió huyendo de tejado en tejado… Y, evidentemente, los simplones prendieron casa por casa… Hasta reducirlo todo a cenizas.

Sin embargo, el episodio que más fama dio al municipio fue el ingenioso método de un vecino para alimentar económicamente a su caballo. El animal comía demasiada avena, avena de la cara… De modo que resolvió quitarle esa mala costumbre reduciendo, día tras día y poco a poco, su ración hasta que el animal apenas comía nada. Finalmente, el rencoroso caballo se murió y todavía hoy nadie ha conseguido saber por qué.

Villasimplona o Schilda, cualquiera de las dos porque ya les he dicho que es la misma, era famosa por sus edificios. La 'Cuna del Urbanismo' llegaron a llamarla ¡y eso que no tenía casas! El alcalde no las consideraba necesarias pues el resto de las construcciones eran magnificas. Por ejemplo, el Ayuntamiento con forma de pirámide y sin ventanas. O las iglesias que sólo tenían campanarios. Las tabernas fueron pensadas especialmente para los borrachos: estrechísimas, así impedían que se cayensen hacia los lados.

Aunque la comparen con Lepe deben saber que los antepasados de los simplones eran gentes inteligentísimas capaces de resolver cualquier cosa. De todas partes del mundo les reclamaban y, cansados de tanto abuso, decidieron atajarlo haciéndose los tontos. Tan aplicados eran que hicieron grandes progresos en seguida . Tantos que después de unos años no sabían más que hacer tonterías. Sus descendientes a partir de entonces comenzaron todos a nacer bobos.

Con el incendio de la ciudad hubieron de marcharse y emigraron por todo el mundo. De modo que, si son listos y siguen mi consejo de no viajar a Villasimplona, deben tener cuidado igualmente porque en el lugar que menos se esperen, siempre, hay un estúpido.

1 comentario:

V_Ronco dijo...

Para andarse con cuidado desde luego, el problema de la estupidez es que es para siempre.

Muchos han fracasado tratando de curar a un estúpido, yo mismo he intentado curarme más de una vez, el resultado, un empeoramiento preocupante.