domingo, 19 de agosto de 2012

PRÓXIMA PARADA... CIUDAD ESMERALDA

Hoy les proponemos que nos acompañen a Ciudad Esmeralda, capital de Reino de Oz y el mejor destino para los que anden faltos de cerebro, valentía o corazón. También para los que les guste el verde porque todo allí ese de este color: los edificios, las calles, los animales... Incluso sus habitantes, curiosos y bonachones.
Muchos creen que se encuentra al final del arcoíris, pero lo cierto es que llegar a Ciudad Esmeralda no es fácil... Ya saben de mi gusto por lo complicado. Para partir debemos elegir un día de tormenta y esperar que pase un ciclón. O bien seguir el sendero de baldosas amarillas. De elegir esto último, pregunten al Hada Buena del Norte. Ella, gustosa, les ayudará a encontrarlo. Pero ¡ojo! No vayan a confundirla con una bruja, que en el Reino de Oz todas visten de blanco.
Si disponen de varios días, no duden en visitar Pequeñilandia, al oeste, o el País de Porcelana, de perfectos y delicados habitantes. Eviten los campos de amapolas o quedarán para siempre sumidos en un profundo sueño. Y, a no ser que viajen acompañados por un espantápájaros, un hombre de hojalata o un león, tampoco deben internarse en los bosques. Son parajes peligrosos y lo mismo te atrapa un árbol que un mono con alas... En lo alto de una empinada colina salpicada de piedras viven los Hombres-martillo, muy pintorescos pero también con muy mal humor por los continuos e insoportables dolores de cabeza que sufren. De modo que no son muy amables con los visitantes...
De camino a Ciudad Esmeralda sentirán unos irrefrenables deseos de cantar y bailar. ¡Háganlo! Aunque no deben olvidar nunca que, seguramente, desde su castillo la maligna Bruja de Occidente les esté vigilando. Lo ve todo con un sólo ojo que vale por dos y no le caen nada bien las niñas con tirabuzones. Por eso es importante llevar consigo un vaso de agua: sólo con arrojárselo se derretirá.
El camino de baldosas amarillas (nada recto, por cierto; yo personalmente prefiero la opción del tornado) desemboca a las puertas de la ciudad. Allí vive Oz el terrible, un poderoso y malhumorado mago que da nombre al reino... Eso creen todos. En realidad no es más que un viejo gruñón que llegó volando un día desde el medio oeste americano enredado en los hilos de un globo aerostático. Claro que al verle aparecer así, por los aires, le creyeron un gran hechicero... ¡Patrañas! No vayan a pedirle un deseo porque no los cumple... Los cambia por diplomas... Aún así, la estancia en Ciudad Esmeralda les resultará muy agradable. Podrán disfrutar de excelentes sesiones de belleza, paseos a caballo y viajes en globo. También de numerosas fiestas y verbenas. Es un sitio muy divertido, sólo Dorotita se quejó del trato...
Si como a ella les entra las morriña o, simplemente, deciden regresar... No le vayan a pedir consejo que la pobre por poco no vuelve. Lo único que deben hacer es calzarse sus chapines de rubíes -espero que los hayan metido en la maleta, se me pasó avisarlo- y chocar tres veces los talones. Recuerden: tres, que si no funciona. Al mismo tiempo cerrando los ojos repitan: 'se está mejor en casa que en ningún sitio, se está mejor en casa que en ningún sitio'... Esto último es importantísimo, tanto como los zapatos... Si desean mal lo mismo aparecen en una granja de Arkansas.

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