Quizás debiera presentarme, decir quién o qué soy, contar cómo he llegado hasta aquí y por qué he decidido lanzar letras al viento. Quizás. Pero... Pero siempre he huido de convencionalismos, de lo lógico y razonable, suelo andar corriendo delante de lo que se espera de mí y en pocas ocasiones he satisfecho curiosidades.
Se me dan fatal los comienzos. Y peor los finales. Sólo, muy pocas veces y cuando me lo permiten los torbellinos, consigo modelar intermedios aceptables que, ¡injusta vida!, tienden irremediablemente al olvido.
Cuento historias que pierden la forma si se tocan.
Se me escapan los días entre los dedos.
Escribir me da la vida. Y siempre me la quita.
Me pregunto cómo lograr olvidar lo que recuerdo y recordar aquello que ya he olvidado.
A menudo me sorprende la tenacidad de la memoria, la imposibilidad de su manejo.
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